lunes, 30 de noviembre de 2009

Hoy comienza la Novena a la Inmaculada



Patrona de España y del Arma de Infantería, ruega por nosotros y por el Páter Roberto que en la flor de la vida parece que se le quiere poner el sol. Si en Flandes se puso, que no se ponga, por tu intercesión y con el sometimiento amoroso al divino beneplácito de la voluntad, en esta ocasión. Recordamos el suceso para que nos restituya el ánimo y la confianza en Vos, Madre Santa.

El 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla combatía por España y la Fe católica en Holanda. La isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, era el reducto defendido por el Tercio Viejo, bloqueado por completo por la escuadra del Almirante Holak. Cinco mil hombres guarnecían la isla, "cinco mil españoles que eran a la vez cinco mil infantes, y cinco mil caballos ligeros y cinco mil gastadores y cinco mil diablos ", como dijera de ellos un almirante francés.

El bloqueo se estrecha cada día más; ya no quedan víveres, ni pertrechos de guerra, ni ropas secas. Sólo frío y agua y barro y desesperanza. Alejandro Farnesio, el gobernador de los Países Bajos, envía unos refuerzos que nunca llegan. Los maestres Carlos Mansfeld y Juan del Águila tratan, en vano, de socorrer a los sitiados; no hay esperanzas de auxilio.

El jefe enemigo propone entonces una rendición honrosa. La respuesta de Bobadilla es inmediata: "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos". Ante tal respuesta, Holak recurre a un método infalible para acabar con la resistencia española.

Como las aguas del Mosa discurrían por un canal más alto que el terreno ocupado por los soldados, abre una enorme brecha en el dique y las aguas se precipitan sobre el campamento del Tercio, que pronto se ve rodeado de ellas por todas partes. No queda más tierra firme que el montecillo (apenas cincuenta metros) de Empel, donde, abandonando impedimenta y pertrechos, han de refugiarse los soldados, so pena de perecer ahogados.

En esta situación, un soldado del Tercio cavaba una trinchera "más para tumba que para guarecerse", cuando tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca en la que estaba pintada, en vivos colores, la Inmaculada Concepción.

Comenzó el soldado a gritar y acudieron sus compañeros que, colocando el cuadro sobre la bandera española, a modo de improvisado altar, cayeron todos de rodillas entonando la Salve. El Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal cierta de la protección divina, arengó así a sus soldados. "¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las galeras enemigas?" "¡Si queremos!", fue la respuesta unánime de aquellos españoles.

Un viento huracanado e intensamente frío se desató aquella tarde helando las aguas del Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo en plena noche, atacan por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y alcanzan una victoria tan completa que hace decir al almirante Holak: "Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro".

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia, la flor y nata del ejército español.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Vade retro...



Menuda fotito. Personajes sin desperdicio. De izquierda a derecha. El primero, su mejor resumen aquí.

El segundo y el séptimo famosísimos teólogos ellos, denunciantes ambos de un SACERDOTE (lo escribo así por que lo es como la copa de un pino en todos los sentidos, el literal también) que tuvo que sufrir, y sufre, lo indecible por estos sus martirizantes, que aunque a él le estén ganando el cielo, no les priva a ellos el castigo de su iniquidad. Dios lo tolera, hasta el Juicio individual que dice: ¡Basta!

¡Qué vergüenza! No sé, como tienen el morro de presentarse en sitios públicos, y lo que es peor, en la Iglesia. Miren los de Una Voce lo que hacen, que con estos van aviados.

¡Ay! Pobre Pío XII, con "defensores" como estos no le hacen falta los "hermanitos mayores".

lunes, 2 de noviembre de 2009

La paja en el ojo ajeno



A este Cardenal que recuerdan aquellas notas de Quevedo: "érase un hombre a su nariz pegado", y con esas narices no me extraña que utilice tácticas de "nuestros hermanos mayores", ha dicho lo siguiente (fuente: secretum meum mihi):

[Pontifex:] ¿Las nota en la Fraternidad?

[Card. Castrillón:]
Aquí, apunto. Yo no conozco todavía la posición oficial de toda la Fraternidad. Quiero decir que si de un lado se escuchan discursos aceptables y prometedores, otro tanto se lee en órdenes diversos, otros menos conciliadores y de tenor diferente. Sería bueno desde este punto de vista mayor uniformidad entre la Fraternidad.


Sí, Excelencia, como también sería no bueno, sino buenísimo que esa uniformidad existiera entre la Curia romana, los Obispos del orbe que se dice católico y el Santo Padre. No está bien eso de mirar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio, no, no está bien, me parece que se llma hipocresía, que es la levadura farisaica.