jueves, 18 de diciembre de 2008

El Novus Ordo Missae (NOM)



Os voy a hablar de una experiencia personal. Desde esa experiencia quiero, por induccion, llegar al apartado teórico.

Siempre he asistido al NOM, para mí no había otro. He de decir que salvo en un par de iglesias que frecuenté durante años, en las demás siempre he observado "abusos" litúrgicos, curas progresistas y ocultamiento del compromiso cristiano en lo social, claro es, siempre que no fuera de una forma marxista.

Los curas se comprometían tanto en política, marxista e izquierdista, con un abuso del clericalismo imperante preconciliar que hacín a la gente abandonar la asistencia a misa, porque al fin y al cabo para escuchar a un mitinero y con opiniones contrarias al 99% de los asistentes, pues, como que no.

He vivido la supresión de las procesiones, porque para el párroco eso era un cristianismo sociológico y farisáico. He vivido la supresión de los confesionarios, porque eso era hundir permanentemente al hombre en el pesimismo. He vivido la secularización de un familiar salesiano y misionero, cuyo primer recurso "teológico" era decir que daba la Comunión en la mano porque le daba asco (sic) dar la Comunión a las viejas en la boca. Su segundo recurso fue su promiscuidad sexual, y el tercero hacer de comparsa a las células del PCE.

Todo esto pasaba con el NOM, no había otro. Pero, claro, era todo un "abuso". Ni que decir tiene que dejé de asistir a la iglesia, vamos a ver si esto se entiende, dejé la vida de los sacramentos porque me echaron a patadas, a mí y tantos y tantos millones de católicos españoles que ante el ataque inmisericorde a su fe, prefirieron, por una adhesión firme e incondicional a la persona (no sólo al cargo) del Santo Padre, irse a casa y esperar que plantar cara y enmendar la plana a la Jerarquía.

Pero el pietismo es la semilla que cae al pie del camino. No fructifica. Y eso lo saben bien nuestros hermanos herejes los protestantes. Y al final queda, en el fondo de nuestra alma, la gracia suficiente para ser buenas personas, mantener el orden, amar la justicia y la espera sin oración. Y así pasan los años, y puede, que al final llegue la parca con mucha pena y nada de gloria.

Dios se vale de los instrumentos más inverosímiles para despertar la fe dormida en el alma por la gracia bautismal. Así, un día, después de años de dejación, vuelvo a una iglesia. Y bueno, más de lo mismo. Guitarreo, rezar cogidos de las manos, cura sin casulla oficiando, en fin, algo que para mí era lo más normal; pero, y he aquí la cuestión, a pesar de todas esas formas "abusicas", los curas derraman su fe en sus prédicas, valientemente (algo para mí ináudito, vamos, como ver a un melenudo con pendientes en las narices comulgar de rodillas), arriegadamente, coherentemente.

Y así, por la palabra y los gestos sacerdotales en toda la "plegaria eucarística", comienzo a vivir en la parroquia. A misa diari, a vísperas, a lo que hiciera falta. Ahí estaba el Señor. Sí, ¡es el Señor! y como san Pedro, a zambullirse al agua. Pero Dios, en su infinita sabiduría tiene otros planes, y así he de abandonar el domicilio y trasladarme, con lo que mi vida se despega de la parroquia. Pero estaba inmerso ya en la vida parroquial y con ganas de seguir allí donde el destino me enviara. Para mí el Santo Padre, Juan Pablo II, había logrado enderezar el rumbo de la Iglesia, y, bueno, aún en la falta de ornamentos, algo había cambiado. Sigo. Llego a la nueva parroquia y de ella se desprende, a primer golpe de vista, una ortodoxia total. Iglesia con nave cruzada y presbiterio, altar y Sagrario en el centro y con la Cruz de Nuestro Señor. Una parroquia cristiana, y lo que era mejor, nueva. Confesonarios funcionando a toda hora, y atoda hora con colas, exposición del Santísimo los jueves, algo fantástico, que atrae a numeroso público de más de veinte kilómetros a la redonda.

Y la celebración de la misa al pie de la letra con la liturgia NOM. Ornamentos completos, genuflexiones completas, adoración completa, vamos, un ejemplo a seguir. ¿Pero? Pues, sí ahí está el pero. La prédica de los curas insustancial, politiquera, si bien de derechas, no deja de ser politiquería barata, y más cuando es pro Partido Popular, pero lo más horrendo la Comunión. Se distribuye por laicos, se caen las Hostias, tanto que al final, el comulgar en la mano se hace una necesidad, un mal menor, antes en la mano que se caiga la Hostia, antes en la mano que un laico me la ponga en la lengua...hasta que uno ya no sabe si recibe a Nuestro Señor o está en un ágape de Cáritas. Pero eso sí, la liturgia NOM inmaculada.

Indudablemente el asistir a misa NOM completamente "ortodoxa" y encontrarme con todo eso superó mi capacidad de razonar. Entendería todo eso en los "abusos", pero en la "ortodoxia", no. Y es más, donde había "abusos", por lo menos en la Consagración y en la Comunión se trasnmitía la fe, o por lo menos no se ponía uno en peligro próximo de perderla. Dios quería que conociera la Misa de San Pío V, y todos mis escrúpulos desaparecieron porque era una cuestión de vida o muerte, o encontraba la expresión pública de la fe católica, o a los cuáterles de invierno, al pietismo, a la espera.

Y como el que busca encuentra, y al que llama se le abre, encontré, entré y allí me quedé. Después he ido profundizando en el conocimiento de la dogmática, en la historia de la Iglesia y en las sana filosofía tomista. Todo esto es efecto, no causa, la causa es el santo Sacrificio al que se accede simple, como un niño, sin más. Dios hace lo más grande y sublime y queda oculto a los ojos de los sabios.

Tras los análisis, tras la experiencia vivida, puedo colegir, cosa que otros hicieron antes que yo, v.g. Mons. Marcel Lefebvre, de feliz memoria, que la misa según el NOM es teológicamente válida. Hay materia, forma, ministro e intención (no asegurada, no sabemos cuántas eucaristías son válidas y cuántas no, pero la hay). Bien celebrado el NOM, aleja peligrosamente de la fe, es ocasión, por repetición continuada, próxima de peligro para la fe, es decir, ontológicamente el NOM es malo. Ya he dicho que la eucaristía es válida, pero no hay que perder de vista que las misas sacrílegas e incluso las negras son válidas. La validez no asegura la bondad del NOM, y sus frutos son conocidos, y para un católico la cosa es clara: por sus frutos los conoceréis.

Se equivocan los que ponen la misa de San Pío V y el NOM al mismo nivel, eso es poner a la verdad y al error al mismo nivel y con libertad para ambos, que es la situación en la que estamos hoy. Antes se perseguía la verdad, el misal de San Pío V, ahora se le deja convivir con el error, pero no nos hagamos ilusiones, no para restablecer la verdad católica, sino para camuflar un error que nadie se traga ya.

La Iglesia, a través del Santo Padre, tiene autoridad y potestad para cambiar el rito y hacerlo más explícito según la época histórica, pero no tiene autoridad ni potestad para ocultar el dogma o viciarlo. El rito de san Pío V puede, e incluso a lo mejor debe, modificarse, pero ahora más que nunca remarcando de forma rotunda, como la Iglesia ha hecho en dos mil años, el dogma y la fe católicas.

Me gustaría decir a todas esas personas de buena voluntas que asisten al NOM de forma "ortodoxa" que abran los ojos, que despierten que pidan luces a Nuestro Señor sobre este particular, y yo en mi nada, rogaré a Santa María siempre Virgen que lleve a sus retoños, a nuestros hermanos en la fe de Cristo, a las fuentes de agua viva. Así sea.

No hay comentarios: