jueves, 9 de julio de 2009

Caritas in veritatis


No tengo más que decir, siguiendo al divino Maestro, que por sus frutos nos son conocidos. Tras esta Encíclica, que esperemos pase pronto al olvido de los documentos papales, se ve la alargada sombra de la Comisión Justicia y Paz, cuyo Compendio de "doctrina social de la Iglesia" es un rebozo modernista del que derivan los siguientes errores doctrinales:

- La soberanía popular, fruto de la herejía de la negación del pecado original.
- La "despenalización" de la democracia condenada por San Pío X en Le Sillon.
- La separación de la Iglesia y del Estado.
- El papel subsidiario de "las religiones" frente a los gobiernos como vía para alcanzar la paz.
- El agrupamiento, en un mismo saco de ignominia, del "fundamentalismo religioso".
- La autoridad supranacional en un nuevo orden mundial.

Que queda todo resumido en el asentamiento de los Derechos del Hombre y la libertad religiosa como primer derecho fundamental.

Viejos conocidos de todos, supongo. Por lo que no está mal acordarse de algunas prácticas que que se han querido erradicar de la vida de la Iglesia (y que el signo de los tiempos es tozudo):

La Cofradía reparadora antimasónica, aprobada por la Iglesia en su tiempo, no debiera ser sóplo conocida, sino sobre todo relanzada. La Cofradía fue instituída por una revelación privada de Nuestro Señor a una terciaria franciscana, Juana Baillet, en enero de 1873, mientras hacía oración en Notre Dame de París:

"Lo que deseo, es que los buenos sacerdotes, por la ofrenda del Santísimo Sacrificio de la Misa, hagan reparación a la Santísima Trinidad de los ultrajes que le son hechos en esas reuniones criminales. Que se unan de tres en tres para honrar por esa unión, la adorable Trinidad, tan indignamente ultrajada. Por esa reparación yo me comprometo a destruir esas socieades impías".

Su confesor, de acuerdo con los superiores de la Orden de los Capuchinos, estudia la comunicación de su penitente, así funda un comité director con el acuerdo de la autoridad eclesiástica. El Cardenal Guibert aprueba los estatutos de la Cofradía y la encomienda al patronazgo de San Miguel Arcángel. En enero de 1875, el papa Pío IX redacta un Breve de aprobación. He aquí un extracto:

"...Nosotros pensamos que es nuestro deber recomendar el proyecto que habéis dado forma para apaciguar a Dios ofendido por esa sociedad impía que, sobre todo en sus antros, le llenan de insultos y blasfemias; de pedir al mismo tiempo al Señor la destrucción de la secta y la conversión de aquellos de sus partidarios, y por eso, de formar, con el permiso de la primera autoridad eclesiástica, una cofradía donde los miembros, si ellos son sacerdotes, se unan en triunviratos, a fin de ofrecer cada día el Santo Sacrificio de la Misa a la Santísima Trinidad, y, si fueran seglares, la triple comunión reparadora. Nos, nos alegramos por la noticia de que esta Cofradía, apenas formada, tiene ya una considerable propagación. Nosotros le deseamos una mayor todavía..."

San Pío X acordó a todos los miembros de la Cofradía dar su bendición apostólica. He aquí un extracto de los estatutos, tal y omo fueron aprobados por el Santo Padre:

"Los sacerdotes asociados ofrecerán el Santísimo Sacrificio de la Misa, una o más veces por semana o por mes, en los días que ellos determinaron cuando realizaron la inscripción en la Cofradía. Estos que ex officio o por otra causa, no pudieran, en el día fijado, ofrecer la Santa Misa por la intención de la Cofradía, la llevarán como intención secundaria y ofrecerán como complemento sus méritos de la jornada en espíritu de sacrificio, de reparación y de expiación. Los miembros de las comunidades religiosas y los seglares recibirán la Comunión con las intenciones precitadas, en los días determinados por ellos a la hora de inscribirse. Aquel, en el día fijado, no haya recibido la Santa Comunión o celebrado la Santa Misa, lo hará tan pronto como le sea posible".

Como se puede observar, dada la actualidad de la sierpe masónica, nada mejor para combatirla que renovando las prácticas de la Cofradía. No hay que olvidar que si los Papas de los siglos precedentes combatieron con valentía el buen combate de la fe, fue en gran medida por estos auxilios. No es casualidad de que la desaparición de estas prácticas de piedad lleven aparejado la introducción de la secta no sólo en las naciones, sino en la misma entraña del Vaticano. (Traducción de La Porte Latine).

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