lunes, 27 de julio de 2009

Para las almas TIMORATAS

Si hay algo que achacan los clérigos conservadores a todo aquel que hace una aproximación a la Tradición de la Iglesia, esa es la falta de comunión, el estado de comunión no plena. Estado que afecta a las churras y a las merinas, es decir, a los herejes, los cismáticos, los paganos, los judíos y los mahometanos. El ecumenismo ha inventado ese estado de "comunión" y el grado del mismo, esto es, pleno o no pleno. Por esto, estas palabras de Mons. Tissier de Mallerais, fsspx, en 2006, valen su peso en oro para las almas timoratas que son presa fácil para el secuestro de la conciencia.

Dice Monseñor:

La “comunión” no es nada, es una invención del Concilio Vaticano II; lo esencial es que estas personas (los obispos) no tienen la fe católica. La “comunión” no significa nada para mí; es un eslogan de la nueva Iglesia. La definición de la nueva Iglesia se basa en el concepto de “comunión”, pero nunca fue esa la definición de la Iglesia Católica. Sólo puedo darle la definición de la Iglesia como se ha entendido tradicionalmente. La Iglesia es la sociedad visible de aquellos que han sido bautizados, que profesan la fe católica, y que se sujetan al Romano Pontífice. Estos tres elementos son esenciales y necesarios, de modo que eso es todo lo que importa; la “comunión” no significa nada para mí.

Si hay algo importante para mencionar, es que estas personas han perdido la Fe, sobre todo la fe en el misterio y en el dogma de la Redención. Porque, como usted sabe, el Concilio Vaticano II no ha dicho una sola palabra acerca de la Redención. La reforma litúrgica, sí, falsificó completamente el misterio de la Redención.

Se puede decir más alto, pero no más claro. Algo que ya dijera en su tiempo el Padre San Atanasio en el "Quicumque":

1. Todo el que quiera salvarse, es preciso, ante todo, que profese la fe católica:
2. Pues quien no la observe íntegra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente.
3. Y ésta es la fe católica: que veneremos a un solo Dios en la Trinidad Santísima y a la Trinidad en la unidad.
4. Sin confundir las personas, ni separar la substancia.
5. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo.
6. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde igual gloria y majestad eterna.
7. Cual es el Padre, tal es el Hijo, tal el Espíritu Santo.
8. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.
9. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo.
10. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo.
11. Y sin embargo no son tres eternos, sino un solo eterno.
12. De la misma manera, no tres increados, ni tres inmensos, sino un increado y un inmenso.
13. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo.
14. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino un omnipotente.
15. Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
16. Y, sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios.
17. Así el Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu Santo es Señor.
18. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor.
19. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a creer que cada persona es Dios y Señor, la religión católica nos prohibe que hablemos de tres Dioses o Señores.
20. El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado, ni engendrado.
21. El Hijo procede solamente del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado.
22. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.
23. Por tanto hay un solo Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos.
24. Y en esta Trinidad nada hay anterior o posterior, nada mayor o menor: pues las tres personas son coeternas e iguales entre sí.
25. De tal manera que, como ya se ha dicho antes, hemos de venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.
26. Por tanto, quien quiera salvarse es necesario que crea estas cosas sobre la Trinidad.
27. Pero para alcanzar la salvación eterna es preciso también creer firmemente en la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.
28. La fe verdadera consiste en que creamos y confesemos que Nuestro Señor Jesucristo; Hijo de Dios, es Dios y Hombre.
29. Es Dios, engendrado de la misma substancia que el Padre, antes del tiempo; y hombre, engendrado de la substancia de su Madre Santísima en el tiempo.
30. Perfecto Dios y perfecto hombre: que subsiste con alma racional y carne humana.
31. Es igual al Padre según la divinidad; menor que el Padre según la humanidad.
32. El cual, aunque es Dios y hombre, no son dos cristos, sino un solo Cristo.
33. Uno, no por conversión de la divinidad en cuerpo, sino por asunción de la humanidad en Dios.
34. Uno absolutamente, no por confusión de substancia, sino en la unidad de la persona.
35. Pues como el alma racional y el cuerpo forman un hombre; así, Cristo es uno, siendo Dios y hombre.
36. Que padeció por nuestra salvación: descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos.
37. Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso: desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
38. Y cuando venga, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de sus propios hechos.
39. Y los que hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al fuego eterno.
40. Esta es la fe católica, y quien no la crea fiel y firmemente no se podrá salvar.
Aquí no se habla para nada del estado de "comunión" ni del grado, sino de la profesión de la Fe. Tiene razón Mons. Tissier de Mallerais, razón que deben las almas timoratas sobreponer a toda esa serie de peroratas liberales sobre la "plena comunión".

domingo, 26 de julio de 2009

Señor Santiago


Hoy plagio sin ningún rubor a mi camarada y compañero Paco Berrocal de Alto y Claro, totalmente iluminado en esta ocasión:


SEÑOR SANTIAGO...
(24.07.09)

Hijo del trueno, apóstol y mártir, patrón de España por siempre, a ti acudimos en esta tu gran fiesta anual, en nombre de España, los que hacemos y los que leen esta publicación,.

Señor Santiago: como en otros años desde hace varias décadas, también acudirán a ti otros que aun siendo españoles, reniegan de ello con palabras, obras y tremendas omisiones y silencios, convirtiendo tu fiesta y la tradición de tu ofrenda en un acto vulgar, uno más de los muchos que organizan sólo para salir en la foto; no les hagas caso en esta ocasión, como tampoco lo has hecho en la anteriores, pues son hijos de la oscuridad.

Señor Santiago: conoces perfectamente hasta qué punto España ha vuelto a ser aquella tierra inhóspita, salvaje, bárbara y brutal, idolatría y sometida al Maligno que tú encontraste cuando llegaste a ella, al Finis Terrae, anunciando el Evangelio cumplimiento el mandato de Nuestro Señor Jesucristo, y te desesperaste de tal forma, tal fue tu intención de abandonar, que tuvo que ser Nuestra Madre Santísima la que, en persona, apareciéndosete en Zaragoza, te hiciera cambiar de opinión. Hoy, como en aquel momento, ruega a la Virgen Santísima, refugio de pecadores, que no nos abandone por más tiempo, pues el trance en que nos encontramos es peor, mucho peor que nunca.

Señor Santiago: destruye la democracia y a todos sus partidos y sindicatos; disuelve las autonomías y expulsa de España a los profesionales de la política; borra hasta la última letra de la pérfida Constitución; destituye al Rey y mándalo, junto con su maldita estirpe, al exilio en algún lugar del que jamás puedan regresar; elimina de raíz todo vestigio de ese estúpido, grosero e injustificable independentismo; arroja al abismo a sodomitas, abortistas, divorcistas, corruptos y demás gentes de mal vivir; devuelve a sus países de origen a todos los inmigrantes que hoy pululan por aquí.

Señor Santiago: tú conoces a la perfección que desde hace algunas décadas, los españoles han perdido el juicio, se han envilecido, horterizado y convertido en necios cuyos actos son continuos y mayúsculos despropósitos que, además de dejarles en ridículo y ser causa de escarnio y mofa, les llevan al precipicio de la perdición.

Señor Santiago: tú sabes de la cobardía, corrupción, dejadez e indignidad que aqueja a aquellos que por sus profesiones y puestos de responsabilidad --la mayoría de su clero, especialmente sus obispos; militares, sobre todo de Comandante para arriba; jueces y magistrados, todos--, deberían dar un ejemplo especial y conducir a los demás. Pues bien, precisamente por esa responsabilidad incomparablemente superior a la del pueblo llano, tú, “hijo del trueno”, “Santiago matamoros”, blande tu espada y no dejes títere con cabeza, no tengas piedad de ellos como ellos, sumidos en la más vil traición, no la tienen de España.

Señor Santiago: ten piedad de esta sagrada tierra española que tanto dio y sufrió a lo largo de su Historia en defensa de Dios y de la única Fe verdadera y no dejes de atender las peticiones que hoy te hacemos.

Señor Santiago: los buenos y honrados españoles te rogamos encarecidamente que, tras concedernos lo anterior, vuelvas a convertir a España en Una sola tierra y pueblo sin fisuras, ni diferencias, ni particularidades, ni distinciones por mínimas que sean de ninguna clase; Grande en trabajo, progreso, justicia, equidad, dignidad y prestigio en el mundo y Libre de influencias extranjeras, vicios, villanías y miserias. Repón en el lugar que le corresponde a aquellos que en nuestra última Cruzada de Liberación Nacional lo dieron todo por Dios y por España, así como a los que también igualmente lo hicieron en los años posteriores ganando la paz y la prosperidad. Devuelve a nuestra juventud la ilusión, la mirada clara y limpia de cara al sol, y la voluntad para ser, realmente, el futuro de la única y verdadera España. Haz que reine sobre toda ella y en cada bravo corazón español la Cruz; que nos rijamos según la voluntad de Dios cumpliendo sus santos mandamientos; que sea Cristo nuestro rey y nuestras leyes las sociales y morales de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana; que España vuelva a ser martillo de herejes, motor de evangelización, reserva espiritual inagotable del mundo y brazo armado de Dios.

Señor Santiago, patrón por siempre de España, no te desesperes, pues sabes que este pueblo de dura cerviz es capaz, bien mandado, de realizar las mayores hazañas que jamás vieron los siglos y de ello tú mismo puedes dar fe. Así pues, te invocamos y a tus pies nos postramos, rogándote intercedas por España y los españoles ante Dios Nuestro Señor, y pidas a Nuestra Madre Santísima que, como en aquella ocasión, se apiade de nosotros, pues las horas que se viven son las peores en toda nuestra historia, España está, por primera vez, en trance cierto de desaparecer para siempre víctima de sus propios pecados y estupidez. Pero, señor Santiago, también hay españoles que, de pro y de buena fe, luchan y dan la cara, sufren y no se resignan, como hace ahora 73 años cuando, bajo la marea atea de los sin Dios y sin Patria, también había muchos que demostraron estar dispuestos a los máximos sacrificios con tal de que un caudillo los condujera a triunfar o morir por la única causa por la que ello merece la pena: por Dios y por España.

Señor Santiago: gracias.

De toda la redacción

lunes, 20 de julio de 2009

A la altura de las circunstancias

Ha pasado ya un tiempo considerable, desde la publicación de las declaraciones "revisionistas" de Mons. Williamson, para poder afirmar que el asunto no se llevó bien entonces, y se está llevando peor ahora. Mon.s Fellay podrá ser un gran diplomático, pero así como puede enseñar verdades de fe como puños, a la diplomacia vaticana mejor no "menealla". Si se cae en la trampa de la política y las comunicaciones, se está perdido.

El Vaticano está preparado para una guerra diplomática, y de manejo de medios de comunicación, que la Fraternidad tiene perdida antes de empezar. El único terreno dónde la Fraternidad es imbatible, y ellos, lo enemigos de la Fe, lo saben, es en la construcción de la Ciudad Católica. En los centros educativos católicos, en las familias católicas, en los seminarios y en los prioratos católicos. Mons. Lefebvre lo sabía muy bie y por eso abandonó el debate para dedicarse al hecho. El debate malgasta energías y no sirve para nada. No es por debate que el Vaticano profesará la Fe de Cristo, sino como siempre, por ayuno y oración.

¿Cuántos medios y energías, que la Fraternidad no tiene, se van a emplear en "debatir" con el demonio? Con el demonio no se debate, se combate. Sacerdotes desplazados de sus ocupaciones para ir a perder el tiempo. Un Obispo recluido en aras del debate. Y mientras...colegios sin construir, prioratos abandonados a su suerte, la vida dejada en manos de despiadados que son cadáveres andantes. Todo para la vanagloria del titular informativo, del vaticanista de turno, del taciturno que no sabe lo que es la vida y que no tiene ninguna responsabilidad sobre la misma.

Las circunstancias actuales requieren estar a la altura, y desde luego, rebajarse a la política vaticana es el suicidio más estúpido, no por ello menos letrado, de los últimos tiempos.

lunes, 13 de julio de 2009

Sobre el sedevacantismo

Leo en Radio Cristiandad:

Excelente comentario que hemos recibido a uno de nuestros posts y en respuesta a otro comentarista:

Gracias jafg

Ciertamente Mons. Lefevbre no fomentó la ruptura total con Roma (ese es uno de los puntos que algunos de los llamados sedevacantistas le critican, pues en su sentir se quedó a medias). Pero también es cierto que veía como una ilusión el querer convertir a la jerarquía. Esto no quiere decir que no lo deseara.

Otra cosa, muchas personas se asustan con el término sedevacantista como si de por sí el serlo fuera malo. Pienso que la causa de esto es que algunos sedevacantistas cayeron en excesos como el multicitado caso del Palmar de Troya y tiende a relacionarse este exceso con el sedevacantismo. Un sedevacantista puro, usando el término de Mons. Williamson, simplemente rechaza la idea de considerar Papa a una persona que ha participado activamente en actos apóstatas y que ha sostenido reiterativamente tesis heréticas. Un sedevacantista puro está tan sólo un paso más allá de un “tradicionalista” no sedevacantista. El no sedevacantista se rehusa a juzgar al Papa (pues se considera testigo y no juez) de manera que no puede sentenciar que es apóstata ni hereje (aunque en su interior pueda creer que efectivamente lo es) y por lo tanto no tiene argumento para dejar de considerarlo Papa; el sedevacantista sí hace ese juicio, y entonces naturalmente tiene argumentos para considerar que la Santa Sede está vacante. Esta, en mi opinión, es la única diferencia entre sedevacantistas y no sedevacantistas. En cambio, hay muchísimos puntos de convergencia o coincidencia y el principal es que se rechazan los cambios en la doctrina y en la liturgia (porque la liturgia está ligada a la doctrina) originados por el movimiento neo modernista que se manifestó más claramente desde el concilio vaticano ii.

Las diferencias que algunos puedan encontrar entre sedevacantistas y no sedevacantisas seguramente se deberán a opiniones en otras materias (derivadas o no del hecho de ser sedevacantistas o no sedevacantistas), pero esas opiniones no están estrictamente ligadas a la posición de sedevacantista o de no sedevacantista. (Nótese que para referirme a los no sedevacantistas no utilizo el término sedeplenistas, como algunos han sugerido. Esto es porque un no sedevacantista no necesariamente sostiene que la Santa Sede está ocupada, sino que puede creer que no lo está, pero reconoce su incapacidad para juzgar al Papa y por lo mismo no puede afirmar categóricamente la vacancia de la sede).

Hay que considerar que a Honorio I se le excomulgó y condenó por mucho menos de lo que hemos visto hacer a los últimos Papas. Por ello Mons. Lefebvre comentó la posibilidad de que en el futuro se declarara que estos últimos Papas habían caído en herejía y que por lo mismo habían dejado de ser Papas, aunque dijo que por el momento no creía conveniente apegarse a este pensamiento.

Ahora bien, dejarse llevar porque Benito XVI gusta del latín y de algunas tradiciones y sostiene algunas de las enseñanzas de la Iglesia, es ser ingenuo, si es que se tiene en cuenta que el mismo Benito XVI participa en ritos ajenos a todo católico, no rechaza (por lo menos abiertamente) el modernismo impidiendo que más católicos apostaten, y en fin, continue haciendo todos esos actos que “lo dejan a uno perplejo”.


Ante lo cual he de decir lo siguiente:

1º.- Por sus frutos los conocereis. Y el Palmar de Troya es fruto sedevacante, al igual que otro de los frutos característicos de esa opinión, tal cual es el celo amargo.

2º.- No juzguéis y no sereis juzgados. La prudencia de no seguir las declaraciones de todo lo que contradice la Tradición no debe llevar al juicio, porque ese está reservado a Dios.

3º.- En la historia de la Iglesia nunca se ha dado la posición sedevacante, es tan novedosa como el Concilio Vaticano II del que surge como reacción. Otra cosa es la resistencia a pecar contra la Fe, a lo que no obliga ninguna obediencia, es más, obliga la única obediencia, a Dios , el resistir a los hombres.

jueves, 9 de julio de 2009

Caritas in veritatis


No tengo más que decir, siguiendo al divino Maestro, que por sus frutos nos son conocidos. Tras esta Encíclica, que esperemos pase pronto al olvido de los documentos papales, se ve la alargada sombra de la Comisión Justicia y Paz, cuyo Compendio de "doctrina social de la Iglesia" es un rebozo modernista del que derivan los siguientes errores doctrinales:

- La soberanía popular, fruto de la herejía de la negación del pecado original.
- La "despenalización" de la democracia condenada por San Pío X en Le Sillon.
- La separación de la Iglesia y del Estado.
- El papel subsidiario de "las religiones" frente a los gobiernos como vía para alcanzar la paz.
- El agrupamiento, en un mismo saco de ignominia, del "fundamentalismo religioso".
- La autoridad supranacional en un nuevo orden mundial.

Que queda todo resumido en el asentamiento de los Derechos del Hombre y la libertad religiosa como primer derecho fundamental.

Viejos conocidos de todos, supongo. Por lo que no está mal acordarse de algunas prácticas que que se han querido erradicar de la vida de la Iglesia (y que el signo de los tiempos es tozudo):

La Cofradía reparadora antimasónica, aprobada por la Iglesia en su tiempo, no debiera ser sóplo conocida, sino sobre todo relanzada. La Cofradía fue instituída por una revelación privada de Nuestro Señor a una terciaria franciscana, Juana Baillet, en enero de 1873, mientras hacía oración en Notre Dame de París:

"Lo que deseo, es que los buenos sacerdotes, por la ofrenda del Santísimo Sacrificio de la Misa, hagan reparación a la Santísima Trinidad de los ultrajes que le son hechos en esas reuniones criminales. Que se unan de tres en tres para honrar por esa unión, la adorable Trinidad, tan indignamente ultrajada. Por esa reparación yo me comprometo a destruir esas socieades impías".

Su confesor, de acuerdo con los superiores de la Orden de los Capuchinos, estudia la comunicación de su penitente, así funda un comité director con el acuerdo de la autoridad eclesiástica. El Cardenal Guibert aprueba los estatutos de la Cofradía y la encomienda al patronazgo de San Miguel Arcángel. En enero de 1875, el papa Pío IX redacta un Breve de aprobación. He aquí un extracto:

"...Nosotros pensamos que es nuestro deber recomendar el proyecto que habéis dado forma para apaciguar a Dios ofendido por esa sociedad impía que, sobre todo en sus antros, le llenan de insultos y blasfemias; de pedir al mismo tiempo al Señor la destrucción de la secta y la conversión de aquellos de sus partidarios, y por eso, de formar, con el permiso de la primera autoridad eclesiástica, una cofradía donde los miembros, si ellos son sacerdotes, se unan en triunviratos, a fin de ofrecer cada día el Santo Sacrificio de la Misa a la Santísima Trinidad, y, si fueran seglares, la triple comunión reparadora. Nos, nos alegramos por la noticia de que esta Cofradía, apenas formada, tiene ya una considerable propagación. Nosotros le deseamos una mayor todavía..."

San Pío X acordó a todos los miembros de la Cofradía dar su bendición apostólica. He aquí un extracto de los estatutos, tal y omo fueron aprobados por el Santo Padre:

"Los sacerdotes asociados ofrecerán el Santísimo Sacrificio de la Misa, una o más veces por semana o por mes, en los días que ellos determinaron cuando realizaron la inscripción en la Cofradía. Estos que ex officio o por otra causa, no pudieran, en el día fijado, ofrecer la Santa Misa por la intención de la Cofradía, la llevarán como intención secundaria y ofrecerán como complemento sus méritos de la jornada en espíritu de sacrificio, de reparación y de expiación. Los miembros de las comunidades religiosas y los seglares recibirán la Comunión con las intenciones precitadas, en los días determinados por ellos a la hora de inscribirse. Aquel, en el día fijado, no haya recibido la Santa Comunión o celebrado la Santa Misa, lo hará tan pronto como le sea posible".

Como se puede observar, dada la actualidad de la sierpe masónica, nada mejor para combatirla que renovando las prácticas de la Cofradía. No hay que olvidar que si los Papas de los siglos precedentes combatieron con valentía el buen combate de la fe, fue en gran medida por estos auxilios. No es casualidad de que la desaparición de estas prácticas de piedad lleven aparejado la introducción de la secta no sólo en las naciones, sino en la misma entraña del Vaticano. (Traducción de La Porte Latine).

miércoles, 8 de julio de 2009

Una de arena y otra de arena

CARTA APOSTÓLICA "MOTU PROPRIO"


ECCLESIAE UNITATEM


DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI
SOBRE LA COMISIÓN ECCLESIA DEI


1. La tarea de custodiar la unidad de la Iglesia, con la solicitud de ofrecer todos las ayudas para responder en modos oportunos a esta vocación y gracia divina, corresponde de modo particular al Sucesor del Apóstol Pedro, el cual es el perpetuo y visible principio y fundamento de la unidad tanto de los obispos como de los fieles [1]. La prioridad suprema y fundamental de la Iglesia, en todo tiempo, de conducir a los hombres hacia el encuentro con Dios debe ser favorecida mediante el compromiso de llegar al común testimonio de fe de todos los cristianos.


2. En la fidelidad a tal mandato, al día siguiente del acto con que el Arzobispo Marcel Lefebvre, el 30 de junio de 1988, confirió ilícitamente la ordenación episcopal a cuatro sacerdotes, el Papa Juan Pablo II, de venerada memoria, instituyó, el 2 de julio de 1988, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei “con la tarea de colaborar con los obispos, con los dicasterios de la Curia Romana y con los ambientes interesados, para facilitar la plena comunión eclesial de los sacerdotes, seminaristas, comunidades, religiosos o religiosas, que hasta ahora estaban ligados de distintas formas a la Fraternidad fundada por le arzobispo Lefebvre y que deseen permanecer unidos al Sucesor de Pedro en la Iglesia católica, conservando sus tradiciones espirituales y litúrgicas, según el protocolo firmado el pasado 5 de mayo por el cardenal Ratzinger y por el arzobispo Lefebvre” [2].


3. En esta línea, adhiriendo fielmente a la misma tarea de servir a la comunión universal de la Iglesia en su manifestación también visible y realizando todo esfuerzo para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo, he querido ampliar y actualizar, con el Motu Proprio Summorum Pontificum, la indicación ya general contenida en el Motu Proprio Ecclesia Dei acerca de la posibilidad de usar el Missale Romanum de 1962, por medio de normas más precisas y detalladas [3].


4. En el mismo espíritu y con el mismo empeño de favorecer la superación de toda fractura y división en la Iglesia y de sanar una herida sentida de modo cada vez más doloroso en el tejido eclesial, he querido levantar la excomunión a los cuatro Obispos ordenados ilícitamente por Mons. Lefebvre. Con tal decisión, he querido quitar un impedimento que podía perjudicar la apertura de una puerta al diálogo e invitar de este modo a los Obispos y la “Fraternidad San Pío X” a reencontrar el camino hacia la plena comunión con la Iglesia. Como he explicado en la Carta a los Obispos católicos del 10 de marzo pasado, el levantamiento de la excomunión ha sido un procedimiento en el ámbito de la disciplina eclesiástica para liberar a las personas del peso de conciencia provocado por la censura eclesiástica más grave. Pero las cuestiones doctrinales, obviamente, permanecen y, hasta que no sean aclaradas, la Fraternidad no tiene un estatuto canónico en la Iglesia y sus ministros no pueden ejercer en modo legítimo ningún ministerio.


5. Precisamente porque los problemas que deben ser tratados ahora con la Fraternidad son de naturaleza esencialmente doctrinal, he decidido – a veintiún años del Motu Proprio Ecclesia Dei y en conformidad con cuanto me había reservado hacer [4] – repensar la estructura de la Comisión Ecclesia Dei, relacionándola de modo estrecho con la Congregación para la Doctrina de la Fe.


6. La Pontificia Comisión Ecclesia Dei tendrá, por lo tanto, la siguiente configuración:


1) El Presidente de la Comisión es el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe.

2) La Comisión tiene su propio diagrama orgánico compuesto por el Secretario y por los Oficiales.

3) Será tarea del Presidente, ayudado por el Secretario, someter los principales casos y las cuestiones de carácter doctrinal al estudio y al discernimiento de las instancias ordinarias de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y también someter los resultados a las superiores disposiciones del Sumo Pontífice.


7. Con esta decisión he querido, en particular, mostrar paternal solicitud hacia la “Fraternidad San Pío X” con el fin de reencontrar la plena comunión con la Iglesia.


Dirijo a todos una apremiante invitación a orar incesamente al Señor, por la intercesión de la Santísima Virgen María, “ut unum sint”.


Dado en Roma, junto a San Pedro, el 2 de julio de 2009, quinto año de Nuestro Pontificado.


BENEDICTUS PP. XVI


[1] Cfr Conc. Oecum. Vat. II, Const. dogm. de Ecclesia, Lumen gentium, 23; Conc. Oecum. Vat. I, Const. dogm. de Ecclesia Christi Pastor aeternus, c. 3: DS 3060.

[2] Ioannes Paulus II, Litt. ap. motu proprio datae Ecclesia Dei (2 Iulii 1988), n. 6: AAS 80 (1988), 1498.

[3] Cfr Benedictus XVI, Litt. ap. motu proprio datae Summorum Pontificum (7 Iulii 2007): AAS 99 (2007), 777-781.

[4] Cfr ibid. art. 11, 781.


TRADUCCIÓN: LA BUHARDILLA DE JERÓNIMO

COMENTARIO: Desarrollaré con tiempo el tema de las dos de arena, o como decimos en castizo: las dos en la frente. Tanto la Encíclica social, como este Motu tienen el trasfondo modernista de siempre.

Por ejemplo, la misión de la Iglesia de manera inequícova es llevar a los hombres las fuentes de la gracia y la salvación, los sacramentos, recibidos por el don de la fe, alimentados por la esperanza y cimentados en la caridad. El término "encuentro con Dios" en una Iglesia oficial ecuménica es cuanto menos equívoco.