martes, 3 de marzo de 2009

Del fascismo y otras cosas


Si decido hablar de este tema es por su componente teológica, para nada sobre la opinión de las cosas mudables que es campo de la política, ciencia y noble arte cuando se hace al modo católico y al estilo de lo que fuera la Cristiandad.

Un católico no puede ser nacional-socialista, pero no porque lo digan los sentimientos nacidos a la luz de Hollywood y los mass-media, ni siquiera por los libros de historia, ya que sabemos que la historia es casi siempre una narración épica de los vencedores y que la Verdad hay que buscarla y es costoso su hallazgo; no, un católico no puede ser nacional-socialista porque esa ideología tiene el riesgo próximo (sin llegar a ser intrínsecamente perverso) y remoto de conducir al neopaganismo. Y así queda expuesto magisterialmente en la Encíclica Mit Berenger Sorge de Pío XI.

Ahora bien, cuando por analogía mass-media decimos fascismo cuando queremos decir nacional-socialismo, y lo metemos en la saca de lo que un católico no puede adherirse, ¿estamos haciendo bien? Cierto que Pío XI en Non abbiamo bisogno habla del fascismo, pero es contraposición a la Acción Católica, bajo un prisma que hoy y a la deriva de la Acción Católica hemos de entender de la misma guisa que la condena a la Action Française, una cuestión de praxis política en la que no está en juego la infalibilidad papal, y es más, a la que tan mal se han acercado los Pontífices reinantes como León XIII (caso carlista en España) y Pío XI. Pontífices que por otra parte eran excelentes Maestros de doctrina teológica. Y Mit Berenger Sorge es doctrina, y Non abbiamo Bisogno es praxis. No generalicemos, desde la teología, y demonicemos el Fascismo, porque no es correcto.

3 comentarios:

In diebus illis dijo...

Me haces replantearme mi postura hacia el fascismo. Tendré en cuenta estos razonamientos para mis futuras alegaciones anti-liberales.

Jorge Garrido dijo...

Es bastante correcto su análisis, aunque para mí el fascismo resulta tan complejo que es difícil establecer un criterio único.

Según lo que se entienda por fascismo, es decir, según la generalidad o concreción del término, será condenable o no. Si extendemos el término a ideologías como el Nacional-socialismo, ciertamente habría que aceptar que parte del fascismo ha sido condenado, pero como hay tantas ideologías que entonces podrían responder a esa etiqueta, la cosa estaría lejos de estar clara.

En España tenemos el caso particularísimo de la Falange (o en Argentina el del peronismo, aunque en éste no haya ningún factor religioso especial, lo que sí sucede con la Falange), que en mi opinión no puede calificarse de fascista de ninguna manera (su inspiración católica se lo impide), pero que para muchos indocumentados sí que lo es (y para muchos que, sin ser ignorantes, utilizan el término en un sentido muy amplio, también -lo cual no comparto tampoco, al menos así sin más-).

En cualquier caso, si aceptamos un concepto de fascismo generoso pero no demasiado, creo que la condena no vendría por el fascismo en sí mismo, sino por lo que supone de aceptación de filosofías y principios ideológicos socialistas, totalitarios, e incluso modernistas, que sí están condenadas claranmente por la Iglesia.

¿Nada por encima del Estado? ¿Ni siquiera Dios? Hombre, eso sí creo que es condenable...

Un saludo.

Fernando Lizcano de la Rosa dijo...

In diebus illis: Lo importante es mantenerse en las posiciones y que los juicios manipuladores de otros no nos desvíen de nuestra roca. La literatura sobre el Fascismo no es más que cantos de sirena que empujan el sentimiento y nos oscurecen la razón.

Jorge: Precisamente el tema va por ahí, en la confusión de términos. En Mit Brennender Sorge está claro que es la deificación de Estado, pueblo, nación, raza; es decir, una religión nacional panteísta por encima de la verdadera Religión la que es condenada. Pero es que el Fascismo no es Nacional socialismo, y para mí lo más sintomático es que Musolini muriera convertido al catolicismo y Hitler suicidado. No es lo mismo y la confusión teológica de los términos es lo que denuncio, sin entrar en otras componentes que tu, Jorge, conoces por propia experiencia mucho más que yo.

Gracias a los dos por vuestros enriquecedores comentarios.