martes, 6 de abril de 2010

Los moros mienten más que hablan.


Los moros tienen un afán compulsivo por la mentira. Y da lo mismo que el moro sea de la morería de Ceuta, Tetuán o Larache, que de Viena. El grupito de moros que profanaron la Catedral de Córdoba y que posteriormente declararon que en su país de origen, Austria (España está mal, pero Europa está peor), "convivían" en paz y armonía con las comunidades cristianas de su tierra, simplemente obviaron esta manifestación en la Catedral de San Esteban de Viena el pasado diciembre, donde simple y llanamente les piden a los países moros que, en virtud de la tan traída libertad religiosa, dejen libertad para el culto cristiano. Es raro, muy raro, que en virtud de esa pacífica convivencia no estuviera nadie del grupito profanador de Córdoba.


viernes, 19 de febrero de 2010

Corrección fraterna

El P. Basilio Méramo, ex miembro de la FSSPX y sin incardinación actual, que nosotros sepamos, por lo que sólo en caso de necesidad puede ejercer su ministerio sacerdotal, tiene razón en una cosa importantísima: el llamado Concilio Vaticano II, por definición, no puede ser más que un falso Concilio. Falsos concilios ha habido en la historia de la Iglesia, el de Pistoya sin ir más lejos, pero con la salvedad que mientras aquel no fue presidido por la autoridad papal, el llamado Vaticano II sí lo fue. La Iglesia, como acertadamente recuerda Mons. Fellay –actual superior general de la FSSPX--, es una institución divina y sobretodo, por tanto, sobrenatural. En lo sobrenatural es donde anida el Misterio, sólo cognoscible por la Fe, pero ininteligible para la razón. Así, pues, el cómo puede haberse dado que un Papa haya presidido un falso Concilio Ecuménico entra en las claves del Misterio, pero que se ha dado la falsedad es tan real como la vida misma. No, no se puede apelar a la autenticidad magisterial de algo que es un engaño, una falsedad, y el Vaticano II (reunión de pastores, oveja muerta) es, por definición, falso y no puede considerarse, ni en todo ni en parte (toda falsedad total, totum sed no totaliter, se compone de pequeñas partículas verdaderas, como el mal absoluto no existe, tampoco el error absoluto) como Magisterio de la Iglesia. Aquí también el P. Méramo no deja puntada sin hilo, todo Magisterio es auténtico, el calificativo auténtico no es más que un epíteto que tiende a la confusión.

Recordemos que es definición dogmática que todo Concilio Ecuménico (universal) convocado, presidio y clausurado por el Papa es dogmático. Y no hay más cera que la arde. Cuando Paulo VI dijo, en el discurso de clausura del falso Concilio Vaticano II, aquello que “la Iglesia no ha querido comprometer su infalibilidad en el Concilio”, estaba él mismo y bajo su autoridad negando la mayor. Si la Iglesia no ha querido comprometer lo que por naturaleza le compromete es que, una de dos, o bien la naturaleza divina de la Iglesia es mentira, o bien, por misterio inescrutable a los ojos de los hombres, los hombres de Iglesia han mentido. Para un católico no ha lugar la duda: Los hombres de Iglesia han mentido, porque aun siendo la Iglesia divina se compone de hombres dañados en su naturaleza, con lo que es normal y nadie se debería escandalizar, salvo las mentes clericalistas, que los hombres de Iglesia mientan. Es normal, pero no es moral y no deben hacerlo, pero ahí topamos con el gran don y misterio de la libertad y del libre albedrío. Y que lo hayan hecho, el mentir, no quita ni un ápice su condición de hombres de Iglesia, salvo la declaración de herejía que alcanzando al Papa materialiter no lo hace formaliter, ni su gran irresponsabilidad en el hecho que Dios juzgará y, algún día, dará a entender, si es su voluntad, el porqué.

Y dicho lo anterior, pasemos al siguiente punto. Dice el P. Méramo, en una crítica un tanto mordaz –como desprovista de razón, si bien armada de corazón-- a Mons Williamson, que la Misa según el rito del Novus Ordo es falsa en sí misma porque un Sacramento produce la gracia que significa, y como, aquí el P. Méramo lleno de razón y de Espíritu Santo, el Novus Ordo en el mejor de los casos es ambiguo, es imposible que una ambigüedad que no significa pueda producir lo significado. Toda la razón, pero no hay que olvidar que el Sacramento se produce en el acto de la consagración, es decir, al pronunciar el ministro las palabras sobre el pan y el vino y con la intención de hacer lo que hace la Iglesia. Y nadie ha demostrado todavía que las palabras de la consagración, la forma, en el Novus Ordo sean inválidas, y no lo ha demostrado nadie porque son válidas. Por lo tanto, Mons. Williamson es esclarecedor en este punto, sólo la intención nos puede persuadir de la validez o invalidez del Sacramento, grosso modo, porque damos por supuesto que estamos en una de esas misas Novus Ordo que se denominan “dignas”, es decir, se cumplen las rúbricas celosamente, rara avis pero haberlas haylas. Así, el Sacramento no deja de significar la gracia que produce, cosa bien distinta es el Ofertorio de las especies consagradas, aquí es bien cierto que no se produce lo significado, pero también es cierto que el Ofertorio no es el Sacramento, es el Sacrificio y el culto público de la Iglesia, que es la Santa Misa y no el Sacramento de la Eucaristía aunque ambos, como explicamos en su día, se produzcan en un mismo espacio y tiempo. Y, por supuesto, si bien la Eucaristía produce sus frutos lo hace incompletamente e individualmente, porque la forma ambigua del Sacrificio no puede producir lo que no pide que produzca. Es, además, un peligro para la Fe el Novus Ordo por esa contaminación de lo verdadero y lo falso, mucho más peligrosa que lo falso, ya se sabe que no hay peor mentira que una verdad a medias. Uno no puede poner en peligro la fe, que es un don de Dios, asistiendo a rituales donde la Fe es bastardeada, pero como bien dice Mons. Williamson, no hay que juzgar a aquellos que no ven lo que revienta los ojos, y como ha hecho Mons. Fellay, hay que acercarse a ellos para llevarles la luz. Todo lo demás, los espacios confinados por miedo al contagio, aparte de anticristianos por endogámicos, faltos de caridad y sectarios, es algo inhumano. Algo que deberían saber muy bien los fieles y miembros de la FSSPX, su rechazo del pueblo cristiano no es por su “excomunión”, es por ese oficio tan propio del celo amargo de excomulgadores que tan bien, por desgracia, saben practicar.

jueves, 11 de febrero de 2010

jueves, 4 de febrero de 2010

Hablando con propiedad


Ante la inminencia, seis años son muchos para que siga la inminencia, del “apocalíptico” cierre del Valle de los Caídos, se anima al gentío a que acudan a la “celebración de la Eucaristía” que los benditos monjes benedictinos realizan con especial cuidado. Y no está mal la proclama publicitaria, no está mal teniendo en cuenta que:

- La Eucaristía es un sacramento, que como tal no celebra, sino que se administra. Tampoco se suministra, se sume, eso sí.
- La Eucaristía es un sacramento, que como todo sacramento (¡que son siete!), produce la gracia santificante que significa ex opere operato, por sí.
- La Eucaristía es un sacramento, que se realiza en la consagración por la transustanciación al decir el ministro las palabras, la forma, sobre la materia y con la intención de hacer lo que hace la Iglesia.
- La Eucaristía es sacramento y sacrificio, y ¿en qué se diferencia el Sacramento del Sacrificio? Pues, como enseña el Catecismo Romano (483): Mucho se diferencian entre sí el Sacramento del Sacrificio. Porque el Sacramento se perfecciona por la consagración, mas como Sacrificio toda su fuerza está en que sea ofrecido. Por esto la Sagrada Eucaristía cuando está en el copón o se lleva a los enfermos, tiene razón de Sacramento, mas no de Sacrificio. Además de esto, como Sacramento causa mérito y todas aquellas utilidades, de que antes se trató, en los que reciben la sagrada Hostia. Mas, como Sacrificio, no sólo tiene virtud de merecer, sino también de satisfacer. Porque así como Cristo Señor nuestro mereció en su Pasión por nosotros y juntamente satisfizo, así los que ofrecen este Sacrificio, en el cual comunican con nosotros; merecen los frutos de la pasión del Señor y al mismo tiempo satisfacen.
- Y el pueblo fiel llamó siempre, para distinguir Sacramento y Sacrificio, al acto sacrificial Santa Misa, la cual se dice y se escucha.

¿De qué sirve ganar el mundo si se pierde el alma? ¿De qué sirve tener abierto otro nido más de modernistas? Si cierran el Valle de los Caídos, pena ninguna.

jueves, 24 de diciembre de 2009

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Romance de los Muertos en el Campo



¡Ay los muertos de la guerra,- sin mármoles y sin cruces!
¡Ay los muertos de la guerra,- con su epitafio de vientos y de nubes!

El sol de este nuevo otoño,- ¡cómo en España reluce!
Almohadas son los ribazos,- los valles son ataúdes.
Ni carrozas de caballos,- ni lentas músicas fúnebres
tuvieron, ni compañía - de emperadores y duques.
Las yerbecitas del campo,- figiéndose manos dulces
de novias y enamoradas,- los amortajan y cubren.

¡Qué paradoja estos muertos,- que entre tréboles verdes
apenas un palmo suben!
No sobrepasan las flores - ¡y sobrepasan las cumbres!

Los lechos donde se duermen,- cunas son, que no ataúdes.
Hoyos parecen abiertos - para las cepas de octubre.

¡Paradoja de una muerte - que tanta vida produce!
Movimiento de gusanos - sobre las frías quietudes.
Espuma de margaritas,- abierta, una boca escupe.
Macetas de jaramagos - son unos ojos sin luces.

¡Paradoja de la guerra:- miseria donde nacen
futuras excelsitudes!
Paradoja de la guerra:- la misma infinita y dulce
paradoja redentora - que nuestras miserias cubre.
La muerte que engendra vida,- la niebla que esconde luces.
¡El monte de aquel Viernes,- y sobre el monte tres cruces!

Campos de España, infinitos:- caminos de aquel octubre...
¡Qué olor de Historia naciente - entre tanta podredumbre!

Y aquellos héroes caídos,- ¡qué humildes entre las yerbas!
y entre las flores, ¡qué dulces!
¡Cómo la anchura del campo - y el cielo los disminuye!
¡Y cómo iguala la muerte - los rojos y los azules!
¡Qué amor de sol los acerca! - ¡Qué paz de tierra los une!

Nadie es nada. Todos son -sílabas que se resumen
en un romance sin nombre - y en un olvido sin cruces.

¡Cómo se achica aquel bravo- y aquel capitán se pudre!
Y la miliciana aquella,-de entrabiertos ojos dulces,
con su fusil y su "mono",- muerta, en la yerba de bruces...,
¡qué montoncillo tan leve - de campanillas azules!

Pero Dios sabe sus nombres - y los separa en las nubes.

José María PEMÁN

jueves, 3 de diciembre de 2009

José Manuel Vidal, ¿chulo o gilipollas?



Este cura secularizado, que ya sabemos que no hay hereje sin mujer, va repartiendo lecciones de compostura al Obispo de Alcalá. Recapitulemos. Un hombre que ha hecho voto de castidad y lo ha incumplido por incontinente, lo que la Iglesia siempre definió como un Judas Iscariote, demuestra ahora su incontinencia por la viperina lengua. Y es que el Vidal dice lo siguiente, entre otras sandeces:

"Porque una misa, sí. Y en Paracuellos, también. Y hablando de mártires, por supuesto. Pero no una misa con la bandera franquista presidiendo. Que es inconstitucional, señor obispo. Y, aunque sólo fuese por eso, debería haberla mandado retirar. Y tenga cuidado, monseñor, con sus <>."

Bandera franquista: Dícese del símbolo de la España católica reconquistada para la Iglesia y Dios en el año de 1939.

Inconstitucional: Dícese de todo aquello que molesta a un rojo, esté recogido en la Constitución o deje de estarlo. Es como el Concilio Vaticano II donde si la ambigüedad no aplica lo suficiente se la aplica por el "espíritu del Concilio" y el artículo 33.

Amistades peligrosas: Hombre honesto, católico, español, ortodoxo, leal, fiel, heterosexual, blanco, padre ejemplar, abuelo encomiable, inteligente, con hacienda lograda con el sudor de la frente y no con el sudor del de enfrente, un tío con toda la barba y con los pantalones bien puestos, vamos. Caben muchos en este modelo, pero en particular uno: D. Blas Piñar López (del que inserto una foto en homenaje y respeto desde la distancia política y la comunión de ideales).

Pero es que estos securalizados no dejan de dar la lata, y es que en su deslealtad para con Dios no pueden conocer más que la amargura del rejalgar, anticipo de lo que les espera, si no se arrepienten, con la roedura del gusano de la conciencia. Vidal eres un amargado y destilas hiel. ¡Triste, que eres un triste!

Lo dicho, Vidal, eres gilipollas y toda tu inquina y ponzoña no valen más que para alentar más a la fidelidad, habida cuenta de lo mal que acaban los desleales a la Santa Causa de Nuestro Señor. No hay mal que por bien no venga.