viernes, 22 de agosto de 2008
Los nuevos bárbaros...
...los doctores de la ley. Tras el "bandidaje de la secta liberal del CVII", la fuente de la verdad ya no es la autoridad, sino el perito, el que se dice teólogo; como si, trasladado al plano mundano, el profesor de geometría en lugar de explicar la resolución del problema en base a los axiomas geométricos tratara sobre la demostración de éstos, un contrasentido que dejaría al axioma vaciado de su condición y al problema sin resolución.
Bien, pues, hoy en día en la Santa Madre Iglesia la voz de la autoridad es puesta en entredicho, cuando no anulada o tarada como infantil y poco madura. Y hoy me toca con el archifamoso tema de la Liturgía de las Horas. Se queda uno perplejo cuando se dice que la dejadez de la Oración de la Iglesia por parte de los laicos sea como consecuencia del clericalismo y monacalismo en que estuvo "secuestrada" la Iglesia durante toda la Edad Media (se "olvidan" por completo del Oficio Parvo de Nuestra Señora). Esta tesis se cae por sí misma. Primero, porque la Iglesia, como Madre, no exige a sus hijos por encima de sus capacidades. ¿Cómo exigir la lectura del Breviario a una población analfabeta?¿Cómo exigir al seglar, que no ha renunciado al mundo, el mismo nivel de entrega de aquel que ha muerto al mundo? Beneficioso, sin duda; exigible, imprudente, cuanto menos. Y así todos estos fariseos, teologuchos de tres al cuarto, se atreven a denunciar a Pío XII y la Encíclica Mediator Dei en lugar de someterse a la misma con filial obediencia debida que, ellos sí, juraron a Dios con voto.
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