lunes, 1 de junio de 2009

La fe



La fe es el don más precioso de las virtudes teologales. Es, del árbol de la vida nueva, las raíces y el tronco. La esperanza son las ramas y la caridad son sus frutos. El árbol al que se le arrancan los frutos y se le podan sus ramas, pero mantiene vivo el tronco, siempre puede volver a reverdecer; en cambio, al árbol que se le seca el tronco muere.

Cuando entre la verdad de la doctrina que es la Fe objetiva, y la autoridad que debe servirla se entra en conflicto, es claro que hay que seguir siempre a la verdad. A este respecto Mons. Williamson nos dice que existe el riesgo de perder, por abuso de la autoridad de sus funciones, el sentido de la catolicidad. Bien, pero no perdamos de vista que nuestro Señor maldijo a la higuera que no daba frutos cuando Él lo pedía, a pesar de no ser tiempo de que los diera. Por lo menos, nunca perdamos la intención de permanecer fieles al sentido católico. Pidamos, pues, por la rectitud de intención, baluarte de la caridad.

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