Quiero dejar constancia de un triple aspecto sobre mí:
1.- Soy fiel de la Iglesia católica, por la gracia de Dios, y confío por la oración en que la intercesión de Santa María Virgen, Medianera universal de todas las gracias, me llevará a la perseverancia final. A partir de ahí, sólo pido la misericordia del Juez Supremo. Con ello dejo claro que no soy fiel de nada más. Asisto, cuando puedo, a las misas, y vivo la vida sacramental de la gracia, celebradas por sacerdotes de la FSSPX, pero no soy ni miembro ni fiel de dicha asociación sacerdotal.
2.- Opino que Mons. Lefebvre fue una gracia de Dios para la Iglesia, su resitencia en la Fe y su perseverancia hasta la muerte son un ejemplo a seguir. Asimismo opino que tras la sombra de Mons. Lefebvre se cobijaron no sólo aquellos que pretendían defender la Fe, sino ácratas por naturaleza. Las cartas del "francotirador" sedevacante, el P. Basilio Méramo, ahora se vuelven en efecto boomerang contra sus propios superiores de orden.
3.- Opino que muchas veces los miembros de la FSSPX han llevado disputas de escuelas u opiniones teológicas del campo de lo personal al terreno de lo universal de la Iglesia. Un claro ejemplo es poner en duda las canonizaciones postconcilares. Una canonización es un acto infalible de la Iglesia, expresado por el que tiene la autoridad de ese acto que es el Papa que ocupa, en un tiempo histórico determinado, la Cátedra de Pedro. Que uno santos sean de nuestra devoción o no, ya lo dice el refrán: "No es santo de mi devoción", pero eso no quita la santidad proclamada de forma oficial y solemne por la Igelsia a través del Papa. El cobijo del sedevacantismo como "opinión teológica", a la larga, es una incoherencia. O se es sedevante o no se es, y si no se es sedevacante las conizaciones, señores míos, "van a misa". Está claro que el Opus Dei y la FSSPX se llevan a matar, no menos que en su día se llevaron franciscanos y jesuitas o jesuitas y dominicos, o jesuitas con opusinos, que estas cosas siempre las ha habido y las habrá.
Y dejadas esas puntualizaciones quiero expresar, después de haber analizado el tema (aún a costa de que se me tire el trapo sucio de la ignorancia a la cara), la situación tras el levantamiento de las excomuniones. Pienso que ha sido un error. Está claro, o eso quiero pensar, que los Sres. Obispos de la FSSPX siempre han pedido la "retirada" del decreto de excomunión. Primero porque el pedir "levantamiento" hubiera sido aceptar la legitimidad, que no canonicidad, de las excomuniones, con lo que los que hemos sostenido siempre que aunque legal el estado de necesidad anulaba la legitimidad de ese acto, habida cuenta que además se aplicaba una norma de Derecho Canónico que expresamente debe reconocer la voluntad subjetiva de cisma, cosa que no se daba en el caso de Mons. Lefebvre y los demás excomulgados; estábamos equivocados. Y en mi caso concreto no pasa nada. Si me he equivocado, pido perdón y a otra cosa mariposa.
Pero si se pide "retirada" y ofrecen "levantamiento" lo que hay es que renegar del ofrecimiento. Así de claro, porque de lo contrario es aceptar la existencia de la culpa y , por tanto, la pena era merecida y ahora, paternalmente, se levanta. Es cierto que la FSSPX ha caído en una trampa, la misma en la que cayeron Juan XXIII y Pablo VI, que el CVII iba a ser la primavera de la Iglesia. La FSSPX pensaba que ellos eran la primavera y que lo único que imposibilitaba ese florecimiento era el lastre de la excomunión que pesaba en las conciencias de muchos católicos para acercarse a la FSSPX. Y eso es negar lo evidente, que estamos en plena descomposición trumática de la Iglesia, que la viña está arrasada y que no sabemos cuándo será la Parusía, pero sí sabemos que quedan 2009 años menos que cuando se escribió el Apocalipsis. Así de claro. Como se dice por mi tierra, "para poca salud, ninguna".
La excomunión ha pesado mucho, pero no en los fieles de la Iglesia, sino en los Obispos de la FSSPX, y es normal, sobre ellos cargaba tan pesada carga, y al final, se puede decir mucho en teoría, pero el que lleva la carga sabe lo que le pesa. ¡Cuántas veces hemos criticado a Juan Pablo II por lo de "hermanos mayores! ¡Cuántas! Y a la primera de cambio, ahora, Mons. Fellay suelta la frasecita de marrras. Con deicr algo obvio, y es que la FSSPX, como la Iglesia, no es antisemita basta. No hay necesidad de nada más. Sí, sí, no, no. Si repasamos la historia de la FSSPX ha habido miembros de lo más sui generis, pero gracias a Dios, al fin, se había asentado sobre los principios sólidos de la Fe que son muchas cosas, pero no extravagantes.
Muchos hemos soportado cargas, y por lo que se ve inncesariamente. Si Mons. Lefebvre y Mons. de Castro Mayer están excomulgados y los Obispos consagrados por ellos no, y callan, está claro que la decisión canónica adoptada por Juan Pablo II fue justa. No pasa nada, ya digo, pero ya sabremos a qué atenernos. A vivir la vida corporal y sacramental lo mejor que podamos, y dónde podamos (novus ordo incluído, por eso de la validez y tal y cual) y a esperar.
...y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días. (Ap 12, 6) .Llegó a término el tiempo. Se acabó el refugio de la "excomunión" nula e injusta.
viernes, 6 de febrero de 2009
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5 comentarios:
La diferenciación que hace entre "retirada" y "levantamiento" es correcta, pero permítame que discrepe en lo de que debiera haberse rechazado el levantamiento.
Yo no estoy tan seguro de eso -aunque es una actitud que podría haberse dado perfectamente- por una sencilla razón: no conozco los detalles de los acuerdos alcanzados entre la HSSPX y Roma. Como no conozco esos detalles, a tenor de la carta de Ms. Fellay a los fieles de la HSSPX -entre los cuales yo sí me incluyo-, creo bastante probable que la rehabilitación de Ms. Lefebvre estuviera en el horizonte, lo que supondría una revisión canónica del Decreto de excomunión de 1988.
Tal proceso no podría ser tan rápido como lo es el levantamiento, y el recurso a éste podría interpretarse como una eleiminación rápida del mayor obstáculo que había en este momento para comenzar los necesarios debates doctrinales y la posterior regularización de la HSSPX.
Una vez lograda la regularización, parece que sí sería un mejor momento para iniciar un proceso de revisión del proceso con la excusa perfecta de la rehabilitación integral de Ms. Lefebvre: tanto Roma como la HSSPX tendrían ya un recorrido mínimo de recuperación de la confianza perdida tras tantos años de incomprensión de unos y de resistencia de otros.
Evidentemente esa estrategia podía ser o no correcta, pero entiendo que sí entra dentro de lo razonable y que no supondría renegar de nada.
Eso sí, son todo suposiciones, pues como Vd. comprenderá yo no conozco los detalles últimos del proceso seguido...
Eso sí, tras las imprudentes palabras de Ms. Williamson y su hábil utilización por parte de los enemigos de la Iglesia, las cosas difícilmente van a poder seguir el camino inicialmente trazado (¡ojalá me equivoque!).
Y eso sí que es una pena.
Bueno, Jorge, los dos partimos de la misma base: desconocimiento de los acuerdos. Todo son hipótesis, y por supuesto, deseo que se reconozca la nulidad de las excomniones, como Dios manda. Por otro lado, y según se desarrollan los acontecimientos, parece prudente ser pacientes y esperar a que se calmen las aguas tempestuosas de la información. Quizás dentro de un par de meses se pueda ir despejando el horizonte.
Suscribo los puntos 1, 2 y 3.
En cuanto al tema de la "retirada" y "levantamiento" de la excomunión:
queda claro que la decisión romana no fue la de declarar la nulidad (que equivale a decir que las sanciones nunca existieron) sino una remisión con efectos a partir de la fecha del decreto hacia el futuro.
pero véalo así y no le parecerá tan malo:
en el imaginario -porque de eso se trató esta "excomunión"- la sanción si existió (sí, tambien para muchos fieles que no se acercaron por temor!);
ergo, deberíamos ver como algo bueno que, repito, en el imaginario, esa sanción haya sido "retirada".
Saludos en Cristo Rey.
Estimado Lhd, sigo plegándome al imaginario, más por deseo que por constatación de hechos.
Saludos en el Corazón Inmaculado de María.
El sofisma liberal. Dice así:
Si un preso está encarcelado y se le excarcela mientras se revisa su proceso, ¿quién se opondrá?.
Desde luego nadie en su sano juicio, ahora bien: Si el preso ha sido encarcelado por mantener la verdad (y la verdad es una); y se le excarcela a cambio de no decir toda la verdad, que es en realidad la peor de las mentiras, mientras se revisa su proceso, lo que está claro es que podrá mostrar muchas cosas al mundo, pero jamás su fidelidad y perseverancia en el testimonio de la verdad.
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