lunes, 2 de febrero de 2009

La Comunión Espiritual, su importancia hodierna

Hace algunos meses departíamos amigablemente el padre Julio, fray Franci y un servidor, sobre la intención en la Santa Misa, su necesidad para que haya sacrificio y con él sacramento. Me quedé solo, es cierto, ante la defensa a ultranza de que asistir al Novus Ordo Missae comporta saber qué intención tiene el sacerdote que celebra, porque de lo contrario, al ser la liturgia "paulosixtina" un silencio desgarrador sobre la propiación, la intención de que el sacerdote quiera hacer lo que hace la Iglesia, esto es, la transubstanciación, no puede quedar clara si no es con la confesión de parte, esto es, que el sacerdote explícitamente lo haya dicho, o en sus sermones, o en sus pláticas con la feligresía. Y si no, hay que interrogar directamente: ¿Padre, con que intención consagra?

Los respetos humanos, y un grado muy alto de clericalismo omnipotente, hacen de la pregunta casi una agresión, por lo que el que esto defiende queda siempre como un amargado que va con la espada, la coraza y el casco repartiendo mandobles a diestro y siniestro contra toda la fauna modernista, ¡cómo si eso fuera malo! No hay mejor sonrisa, franca y abierta, que la que queda después de derrotar a un enemigo de la Fe, la amargura, por tanto, queda en el otro bando.

Bueno, vamos al grano de la exposición de hoy. Ante todo lo expuesto, llega el lado sentimental, ¿qué sería este mundo sin el sentimentalismo? (no, no me respondan ahora), y es el siguiente: Una viejecita, pobre, que lleva toda la vida, esto es casi toda la vida (el NOM es del 1969), yendo a misa todos los días y comulgando diariamente, ¿cómo va a permitir el Señor que no haya Sacramento y que en todos estos años no haya recibido a Jesucristo sacramentado ni un solo día? El peligro protestante está ahí, entre los nuestros, es decir, que la fe (bueno, en este caso es el sentimiento subjetivo de la fe) de la "viejecita" sea más fuerte para consagrar que el ministro, la materia, la forma y la intención, algo insostenible desde la Fe católica.

No puede ser. Pero hete aquí, que una práctica común otrora, hoy casi desapercibida y desaparecida por el abuso en la recepción sacramental (sin las debidas disposiciones, queremos decir, que el comulgar muchos y bien es lo mejor para la Iglesia), la de la Comunión espiritual nos da la respuesta. Efectivamente, por la Comunión espiritual antes de recibir la Eucaristía nos aseguramos el recibir los efectos del Sacramento, no totalmente, pero dejemos paso al Doctor Angélico en esta cuestión:

Objeciones por las que parece que no deben distinguirse dos modos de recibir el cuerpo de Cristo, a saber, espiritual y sacramentalmente.
1. El bautismo es una regeneración espiritual, según lo que se dice en Jn 3,5: El que no renazca del agua y del Espíritu, etc., de la misma manera que este sacramento es un alimento espiritual, por lo que el Señor, refiriéndose a este sacramento, afirma en Jn 6,64: Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero acerca del bautismo no se distingue un doble modo de recibirlo, sacramentalmente uno, y espiritualmente el otro. Luego tampoco en este sacramento debe hacerse esta distinción.

2. no deben contraponerse dos cosas entre sí cuando una de ellas está ordenada a la otra, ya que la primera recibe la especie de la segunda. Pero la recepción sacramental está ordenada a la espiritual como a su fin. Luego no deben contraponerse la recepción sacramental y la espiritual.

3. no deben contraponerse dos cosas cuando una no puede existir sin la otra. Pero parece que nadie puede comulgar espiritualmente sin comulgar también sacramentalmente. De otro modo, los antiguos patriarcas habrían recibido espiritualmente este sacramento. Además, sería inútil la recepción sacramental si se pudiese tener sin ella la espiritual. Luego no se debe distinguir la doble recepción, o sea, la sacramental y la espiritual.

Contra esto: al comentar aquellas palabras de 1 Cor 11,29: Quien come y bebe indignamente, etc., dice la Glosa : Hay dos modos de comerle: uno sacramental, y otro espiritual.

Respondo: En la recepción de este sacramento hay que considerar dos cosas, a saber: el mismo sacramento y su efecto, de las que ya hemos hablado (1.7379). Pues bien, el modo perfecto de recibirlo es cuando uno lo recibe de tal manera que recibe también el efecto. Ahora bien, acontece algunas veces, como se ha dicho más arriba (1.79, a.3.8), que uno es impedido de recibir el efecto de este sacramento, y tal recepción es imperfecta. Y, como lo perfecto se contrapone a lo imperfecto, así la recepción sacramental, en la que sólo se recibe el sacramento sin su efecto, se contrapone a la recepción espiritual, en la que se recibe el efecto de este sacramento, efecto por el que el hombre se une a Cristo por la fe y la caridad.

A las objeciones:
1. También en el bautismo, como en los otros sacramentos, se da una distinción parecida, porque algunos reciben solamente el sacramento, mientras que otros reciben el sacramento y su efecto. Hay aquí, sin embargo, una diferencia, porque, como los otros sacramentos se realizan con el uso de la materia, recibir el sacramento equivale a realizarlo. Mientras que este sacramento se realiza en la consagración de la materia, por lo que tanto el uso sacramental como el espiritual es posterior al sacramento. Ahora bien, en el bautismo y en los otros sacramentos que imprimen carácter, los que reciben el sacramento reciben siempre un efecto espiritual, que es el carácter, cosa que aquí no sucede. Por eso, en este sacramento se distingue más el uso sacramental y el espiritual que en el bautismo.

2. La recepción sacramental que produce la recepción espiritual no se contrapone a ésta, sino que la incluye. Pero la recepción sacramental que no produce el efecto espiritual sí se contrapone a la espiritual, de la misma manera que lo imperfecto, que no alcanza la perfección de la especie, se contrapone a lo perfecto.

3. Como se ha afirmado ya (1.68 a.2; 73 a.3), se puede recibir el efecto del sacramento si se desea recibir el sacramento, aunque no se reciba de hecho. Y, por esto, de la misma manera que algunos son bautizados con el bautismo de deseo por el ansia que tienen del bautismo antes de recibir el bautismo de agua, así también algunos reciben espiritualmente este sacramento antes de recibirlo sacramentalmente. Pero esto acontece de dos maneras. Una, por el deseo de recibir el sacramento mismo. Y de este modo se bautizan y comulgan espiritualmente, y no sacramentalmente, los que desean recibir estos sacramentos después de su institución. Otra, figurativamente. Dice, en efecto, el Apóstol en 1 Cor 10,2ss que los Padres antiguos fueron bautizados en la nube y en el mar y que comieron la comida espiritual y bebieron la bebida espiritual. Con todo, no es inútil la comunión sacramental, porque la recepción del sacramento produce más plenamente el efecto del mismo que el solo deseo, como se dijo más arriba hablando del bautismo (1.69 a.4 ad2). (Fuente: Suma Teológica)

Por eso, suponiendo siempre la buena voluntad del que asiste al NOM, esto es, ignorancia invencible para saber que es una liturgia que induce a la herejía, es la Comunión espiritual el remedio ante la falta de sacramento corporal. El Señor nunca desampara, es la soberbia humana la que ciega.

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